martes, 27 de marzo de 2012

Cine / Opinión... Quantum of Solace (Parte 2)


Quantum of Solace (Parte 2) - Lo particular


Comencé diciendo que coincidía en parte con las críticas que he tenido oportunidad de leer; y en otra parte no. Creo que el tema de fondo que habría que discutir acerca de “Quantum” es que, como dije antes, a mi juicio se trata de una transición. Y como tal, ahora estamos a mitad de camino. Habrá que esperar a la tercera entrega a cargo de Craig para ver a dónde llegamos.
Si “Casino” fue el inicio de un viaje que nos llevaba a presentarnos a este tal señor Bond, tipo oscuro, parco y anónimo si los hay, “Quantum” es la travesía misma, atravesar el océano desconocido sin saber con que nos vamos a encontrar del otro lado.  “Quantum” es el durante, el viaje en sí, la epopeya del héroe.
Por ahora solo podemos imaginar, hacer conjeturas sobre que hallaremos en el después. Entonces debemos entender, más aún prestando atención al planteo que se hace de la organización que Bond descubre a lo largo de la trama, que es necesaria una tercera parte para cerrar esta trilogía de reinicio y acomodamiento para luego sí, con bombos y platillos entrar de lleno a disfrutar del nuevo Bond, modelo Siglo 21, que se está preparando.
Fijarse solo en un detalle para abonar lo dicho: En “Casino” no hay gun barrel. En “Quantum” lo entregan de regalo, como broche de oro ¿Nos están avisando que será la tercera la que abra a la vieja usanza y a partir de allí todo será como era entonces?
En algo estamos volviendo. La P-99, el modelo de Walther que Bond adoptó sobre el final de “El Mañana Nunca Muere”, desapareció para volver a darle su lugar a la legendaria PPK 7.65 de los filmes de siempre.
Insisto en marcar que lo más interesante de la refundación de este gran negocio que es Bond, está en la inteligencia con que sus dueños lo llevan y manejan.

JB – Ese viejo nuevo conocido

Si quien lee no ha visto la película y quiere mantener el suspenso, no lea a partir de aquí. No me gustan los que escatiman detalles a la hora de contar, por lo cual voy a ser lo más explicito posible sin omitir nada de lo que recuerde. En consecuencia, si su elección es sorprenderse frente a la pantalla le recomiendo que vuelva en unos días cuando podamos cotejar opiniones. Por lo pronto, pienso tirar sobre esta pantalla todo lo que pude traerme del cine.

Si “Casino” arrancaba con una presentación fuerte para introducir al nuevo Bond, “Quantum” no le va a la saga. Es más: redobla la apuesta. Y aquí va el primero de los pocos puntos de desacuerdo que tengo con el filme y de acuerdo con ciertas críticas. Sr. Director: Mueva menos la cámara.
Entiendo que en la moda de “seguir el camino de” o “hacer las cosas cómo” la tendencia es repetir experiencias que dieron resultado antes. También comprendo que debemos adecuarnos a ciertas convenciones de la época o el tiempo en el que un trabajo es realizado (Bourne hizo olas y dejo huellas ¿no?)
Pero también hay reglas no escritas que dicen que deben respetarse ciertas prioridades y convenciones en el cine. Y en el cine la prioridad es verno sentir.
Si me llevan en una carrera demencial, sea por donde sea, seguramente correré el riesgo de no ver nada, a cambio de “sentir” ¿sentir qué? “La sensación de estar dentro de la acción” dicen los más avispados. Mentira. Miren “Bullit” con Steve Moqueen y discutamos después cómo y desde dónde se aprecia mejor la perspectiva de lo que quiero mostrar.
Lo único que te queda cuando la cámara se mueve como si la hubiesen metido en una caja y tirado por la pendiente de un barranco, es un dolor de cabeza que te lo encargo. Porque lo que hizo el director durante los primeros minutos, fue bombardearme con algo que no entendí, que solo atiné a percibir, a captar por fotos, borrosas la mayoría, y de lo cual me perdí un trabajo magnífico de montaje, edición, fotografía y pericia técnica de quienes conducían los vehículos. A mí, en particular, no me interesa “ir dentro del auto”. Me interesa y basta con verlo desde afuera y abarcar. Disfrutarlo.
En contraposición, y para no cargar las tintas sobre el tema, la imagen inmediatamente anterior, la vista a vuelo de pájaro aproximándose al túnel sobre la superficie del lago, me pareció de una belleza exquisita. Esos son los planos para los que está puesta la monumental pantalla de un cine.
Para admirar la expresión de los ojos del actor y detectar el tic que me indica un cambio en su estado de ánimo o de atención, está la pantalla del televisor. Muchachos (esto va dirigido a quienes filman) dejemos de usar la camarita para montarnos en el hombro del actor y ver la película desde allí, o pasará lo que tantas veces con enfoques revolucionarios en la historia del cine: nos aburrirá, lo detestaremos y dejaremos de usar el recurso en las ocasiones que sí lo ameriten.

Volviendo a lo que nos ocupa…, la apertura es soberbia (a excepción de lo mencionado) y en conjunción con el montaje, la edición y la banda de sonido, creo que estamos ante un momento del filme que quedará en el archivo Bond como un “clásico”. Si “La Espía” tenía a Bond saltando en esquís desde un pico elevado, si “Octopussy” aportó lo suyo con un jet saliendo de un falso caballo y “Goldfinger” amenazó con cortar en dos a Connery con un láser por sus partes pudendas, “Quantum” entonces tiene para aportar a esa exigente galería dos momentos que son de excelencia.
Uno, la apertura con persecución de los Alfa y el Aston Martin. Dos, la aparición de Mitchell y la carrera por los tejados, con lucha en los andamios incluida.
Los títulos me parecieron prolijos, cuidados, sobrios, pero para mi gusto le faltó a ese pase la acción y el despliegue de imaginación que mostró la presentación de “Casino”. Creo que aquella supo expresar más el lenguaje Bond que ésta. Las imágenes de las siluetas peleando y explotando en mil partes cuando eran heridas de muerte me parecieron geniales. Las animaciones de Bond corriendo y disparando; asociar los tréboles a balas y montar toda una representación de lucha y persecución a través de las siluetas que semejaban imágenes salidas de naipes, me resultaron mucho más interesante que las clásicas chicas desnudas balanceando los pechos al compás de la banda de sonido de las películas de antaño. Pero bueno, la modernidad marca tendencia y hay que seguir ajustándose a necesidad. Hasta acá: Aprobado.

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