lunes, 26 de marzo de 2012

Novelas del Autor / Crónicas...


Capítulo 4



Punto de salto de la Flota “Golpe de Puño”


El navío de comando del General Kensheere voló a unirse al grupo de batalla que lo escoltaba y, desde allí, el hombre que estaba a punto de cambiar el curso de la historia se dirigió directo al acorazado que utilizaba desde el principio de su campaña como base de mando para la Flota.
El “NLO Temerario” era el más importante de todos los navíos de la flota, tanto por tamaño y capacidad operativa como por poder de fuego. Su tamaño doblaba al de un Portanaves de la clase más grande (lo cual ya era mucho decir); su tripulación orgánica (seres vivos) estable era de veinte mil miembros, número que se triplicaba al estar en acción de guerra como en ese momento; los tripulantes no orgánicos alcanzaban a otros quince mil. El total de tripulantes que albergaba el “Temerario en momentos previos al salto era de casi setenta y seis mil miembros, haciendo un recuento meticuloso.
A su alrededor se iban agrupando los demás componentes de la flota, a la espera de la formación definitiva que los llevaría al otro lado de la galaxia, a las puertas de Saurise y de los otros dos sistemas. El “Temerariolideraría la fuerza de tareas dirigida a Saurise; otro acorazado de menor tamaño el “NLO Aventurero” actuaría como insignia de la Flota que atacaría Xsartys y Tud-Dommne.
Cuando el último navío se unió al grupo, se dio comienzo a un minucioso control de supervisión por parte del comando que dirigiría las acciones de guerra, administrando el movimiento de las fuerzas y determinando los tiempos de acción de las mismas. Una vez que todo estuvo en orden, Kensheere tomó asiento en el lugar del comandante en el puente de mando del “Temerario” y pasó revista al lugar, según era la tradición antes de emprender una campaña como la que iba a enfrentar. Cuando todos sus oficiales de mando dieron el visto bueno reportando la operatividad de los distintos sectores a su cargo, Kensheere se dirigió a su primer oficial para dar la orden de despliegue.
- Número uno, ¿tenemos a la flota en condición de despliegue?
- Afirmativo, señor. Estamos en condiciones de iniciar la división de la fuerza y programar el salto.
- Recibido, Número uno. Número dos, ¿está listo para el salto?
- Listo, señor, a la espera de su orden.
- Pues ejecuten dispersión. Número uno, ordene al comando central que comience la división de fuerzas.
- División de fuerzas, sí, señor. Comunicando.
- Número dos. Inicie programación de salto y coordine con el comando el momento para efectuarlo.
- Programación de salto iniciando, señor. Se establece contacto con el comando, señor. A la orden.
Las ordenes fueron corriendo por la cadena de mandos y al instante una frenética y a la vez prolija actividad se desató en el puente de mando y en los sectores periféricos desde los que se controlaban las funciones del navío y las comunicaciones con los demás elementos de control. En el espacio, las naves comenzaron a tomar distancia unas de otras dibujando lentamente dos grupos compactos, y armaron una formación a lo largo que permitiría ir haciendo el salto una a una sin peligro de colisión.
Les llevó menos tiempo del que pensaban completar la agrupación y, cuando ésta terminó, se radió la orden de salto de inmediato.
Cada grupo fue tomando velocidad, separándose del otro y cuando estuvieron a una distancia segura, las naves cobraron rápido movimiento hacia delante, provocando remolinos de luz y estática al alcanzar el punto de aceleración que las proyectaba a una brecha abierta en el hiperespacio. Los estallidos de luz se sucedieron unos a otros en rápida  sucesión. Las últimas naves en saltar debieron echar mano a programas de estabilización, a través de los computadores de abordo, debido a la turbulencia causada por la estela que cada una dejaba detrás de sí al dejar vacío de golpe el lugar que antes ocupaba.
Momentos después una gigantesca nube, formada por descargas estáticas y gases remanentes, de color ámbar azulada, quedaba en el vasto lugar que la flota había ocupado; lentamente el espacio circundante fue retomando su equilibrio molecular y, para cuando las primeras formaciones aparecieron donde los programadores habían pronosticado, los rastros del salto se habían esfumado por completo.




Saurise


T´Hur era uno de los únicos dos planetas que conformaban el Sistema Saurise. Su geoestructura estaba conformada por seis grandes continentes y vastos mares que se veían claros y contrastantes, de un color azul brillante y oscuro, desde la órbita cercana. Las tierras alternaban grandes planicies de un verde intenso con altas tierras que se elevaban, a veces suave, otras  bruscamente, cerca de las costas para caer sobre el mar en forma de acantilados imponentes.
Su clima variaba con una cadencia que los habitantes ya conocían a la perfección; períodos de sol y cielos despejados, seguidos de temporadas de cielos cubiertos de gruesos nubarrones arrastrando baterías de tormentas, para terminar en largas jornadas de lluvias intensas que precedían a la estación de sol y viento para que el ciclo milenario volviera a comenzar.
El planeta se dividía en ocho comarcas; la llamada Comarca de las Tierras Altas era una de las dos más extensas y ocupaba un territorio que abarcaba tanto mares (tres: al sur, este y oeste) como tierras, al norte. La región de las Tierras Escarpadas albergaba la ciudad fortaleza de Wescren, sede del gobierno de la comarca bajo el control de Lord Rivan, en medio de  una extensa llanura rodeada de tierras altas que protegían el lugar de los fuertes vientos marinos, provenientes de sur, y de las heladas ráfagas del norte, nacidas en la precordillera tras la cual comenzaban los territorios de Sejend, la comarca vecina.
Las primeras naves que aparecieron en la periferia de la órbita exterior del sistema fueron tres portanaves y diez destructores de escolta, que comenzaron a hacerse cargo de los pocos sistemas de vigilancia autónomos, borrándolos del espacio con certeras descargas de sus cañones secundarios. Los portanaves se desplegaron lo suficiente como para que sus áreas de despliegue no se superpusieran y empezaron a despachar escuadrones de ataque desde sus pistas de lanzamiento interiores. En breves momentos, enjambres de veloces aviones de combate se precipitaron hacia las fronteras del sistema e invadieron su espacio interior sin encontrar resistencia. Eligieron T´Hur como primer blanco, por concentrar allí la mayor organización de defensa del sistema. Cuando las redes de alerta temprana comenzaron a funcionar, la fuerza invasora ya había penetrado la órbita de Ayles, el otro planeta del sistema, y sus centros de comunicación estaban bajo ataque. Dos certeras pasadas fueron suficientes para diezmar la red primaria y permitir a los aviones concentrarse en objetivos específicos, previamente seleccionados.



Xsartys, Tud-Dommne


Aproximadamente ciento treinta ciclos planetarios atrás, Xsartys era un sistema que nucleaba en un solo esquema los seis planetas que actualmente formaban el propio Xsartys y Tud-Dommne. La explosión de una estrella lejana al sistema, pero con una precisa y compleja influencia gravitatoria originada en fuertes flujos de circulación de energía plasmática, determinó que un agujero negro se formara forzando los regímenes gravitacionales del sector. La consecuencia fue un reordenamiento de los cuerpos celestes que aún en la actualidad continuaba; este reordenamiento determinaba una derivación de los cuerpos en dirección al agujero y si bien el movimiento llevaría unos mil ciclos más para completarse, lo específico decía que tanto uno como otro sistema estaban condenados a desaparecer. El resultado inmediato había sido la separación cada vez más marcada de un grupo de tres planetas de los otros tres; a tal punto que poco después de iniciado el proceso, la división  territorial determinó la creación de un nuevo sistema denominado Tud-Dommne. A pesar del cambio, tanto la estructura física como las razas que los poblaban y el gobierno que los regía, determinaban que ambos sistemas eran gemelos.
Vistos desde el espacio, los planetas mostraban superficies cubiertas en partes iguales de grandes masas de agua y millares de islas de distintos tamaños formando extensos archipiélagos. El clima era cálido y no variaba casi nada a lo largo del tiempo; solo de vez en cuando una tormenta agitaba sus calmas y cálidas aguas y producía en las corrientes alguna alteración de poca importancia.
Los habitantes de ambos sistemas mantenían su cultura enmarcada en  un ritmo que poco había variado desde que aparecieron como etnia largo tiempo atrás. Eran amantes de las tradiciones y las viejas formas de vida, establecidas en tiempos en que la tecnología aún no había acelerado el proceso de desarrollo y desintegración de tantas sociedades; por lo tanto, trataban de mantenerse fieles a una forma que les dejaba mas cerca de sus orígenes que del futuro. Pero eso no los atormentaba. Se mantenían ajenos a los avatares de otras culturas y se relacionaban con el entorno de la forma más básica posible.
Justamente este criterio fue lo que determinó el curso de los acontecimientos posteriores a la aparición de una pequeña fuerza que ostentaba el símbolo de las Legiones de la Inmensa Oscuridad. Los navíos habían salido del hiperespacio lejos de los sistemas, navegando tranquilos por el espacio el último trayecto que los dejaba a las puertas de Tud-Dommne. El azar comenzó a jugar en contra de la fuerza invasora cuando un navío de comercio detectó los movimientos de un grupo inusual de naves en la zona.
Amenazados permanentemente por piratas y cazadores de recompensas, que navegaban esperando oportunidades de pillaje, los hontties (ambos sistemas eran habitados por etnias de raza hontt) se veían obligados a ceder en sus preferencias culturales acerca del uso de tecnología, a cambio de obtener mayor seguridad para sus transportes, y debieron equipar a los mismos con poderosos sistemas de detección que aseguraban evitar desagradables sorpresas. Estos sistemas permitían a los transportes vigilar el espacio circundante, mucho mejor que cualquier nave utilizada por la piratería. Por lo tanto, nadie podía acercarse sin ser detectado a tiempo para tomar precauciones.
El capitán del mercante registró la lectura que los instrumentos le ofrecieron y la encriptó, transmitiéndola por los canales de alta velocidad disponibles en los equipos. La señal alcanzó la red de comunicación interna del sistema mucho antes de que la fuerza de invasión entrara en la órbita exterior del sistema. La armada honttie era una fuerza militar modesta pero muy bien pertrechada gracias a que contaba con excelentes recursos comerciales, lo cual se traducía en equipamiento e instrucción de primera clase. Era obvio que no podrían evitar una acción de envergadura en su contra, pero siguiendo el adiestramiento aprendido de aquellos que poseían mejor experiencia, seguramente evadirían mucho mejor cualquier situación de peligro.
Las únicas dos estaciones de vigilancia que tenían, posaron sobre la formación que se acercaba la mayor cantidad de instrumentos posibles, evitando a su vez ser descubiertos. Cuando, de acuerdo al curso que seguían, las intenciones se hicieron evidentes, los responsables de mando tuvieron la feliz precaución de irradiar una señal codificada para poder ser captada por una de tantas estaciones de rastreo que el Imperio tenía diseminadas por la zona.
Acto seguido, se dispuso acechar al enemigo esperando que diera el primer paso. Como en las guerras primitivas que antiguamente los hontties libraban, no sería la tecnología su carta de triunfo; utilizarían la astucia, la sorpresa y el conocimiento del medio para plantarle lucha a los Oscuros.


NCS - Sulus, nave de transporte de la Casa Smithsak
Fuera de los límites de Paxthis


Abordar las naves que los trasladarían de Paxthis a T´Hur demandó mucho más tiempo del que Alak había calculado, por lo cual al momento de emprender el viaje se sentía molesto, además de inquieto. Gastó toda la energía que pudo recorriendo las instalaciones y supervisando todo lo que pudo, antes de retornar al puente de mando y hablar con su capitán acerca del tipo de viaje que tenían por delante. “Planificar y dejar correr” había dicho el capitán del “Sulus”; tal era la descripción de aquellos viajes que se hacían casi por remoto. Una vez planificada la ruta de vuelo y asignadas las guardias rotativas de los navegantes, pilotos y oficiales de servicio, solo quedaba vigilar y dejar correr, como decía el capitán.
“Fantástico” pensó Smithsak “Voy a morir de inactividad en cualquier momento”.
Pero antes de que se acomodara a la idea Haffez y Apoth entraron en el puente de mando pidiéndole que se reuniera con ellos. Ambos lo miraban fijo con los rostros levemente tensos. Aunque trataban de disimular frente al resto de la tripulación, Smithsak tomó nota de la engañosa actitud de serenidad que adoptaba el armero cuando algo no andaba bien, así cómo de la rigidez de los músculos de la mandíbula en el otro viejo camarada.
Salieron al pasillo y desaparecieron por los corredores caminando con paso enérgico hasta que pudieron encerrarse en el camarote privado del capitán.
- ¿Qué hay ahora? Díganlo rápido por favor, no creo soportar mucho más esta situación de nada absoluta.
Los otros se miraron. Apoth entendió qué, por una cuestión de cercanía afectiva, era Haffez a quien le correspondía hablar. Los ojos claros del armero de piel morena se hallaban serenos cuando los enfocó directo a los de su Señor.
- Tropas Oscuras han entrado en Saurise y en Xsartys y en Tud-Dommne, los sistemas gemelos.
- ¿Qué? Los ojos de Smithsak adquirieron la dureza del acero y su ceño se frunció de repente.
- Invasión – anunció Apoth mientras extraía un reproductor holográfico de entre sus ropas y lo ponía sobre la mesa.
- Esto llegó directo al equipo de comunicación de campaña. Nadie a bordo sabe nada todavía.
Lo conectó y se retiró cruzándose de brazos dispuesto a escuchar por segunda vez el mensaje del jefe de la Guardia Personal de Lord Smithsak.
El oficial se corporizó en una figura del tamaño de una botella y comenzó a hablar fijando la vista en algún punto detrás de los espectadores.
- Este es un mensaje para el Comandante Smithsak directamente radiado por Lord Smithsak. Estamos siendo invadidos por Legiones de la Inmensa Oscuridad. El avance de las tropas es total; hemos sido sometidos a bombardeos y se espera el desembarco de tropas de un momento a otro- el hombre hablaba con urgencia, sabiendo que el mensaje podía cortarse en cualquier momento.
- Las comunicaciones han sido bloqueadas y el planeta está aislado. No sabemos que pasa en las demás comarcas, pero suponemos que están en situación similar a la nuestra. Por orden directa de Lord Smithsak, usted deberá dirigirse a Xsartys y colaborar allá con lo que pueda para evitar el ingreso de Tropas Oscuras al sistema. Es todo lo que hay para decir. Si es posible, volveremos a contactarnos. El mismo mensaje intentará ser enviado a la Flota Imperial para que acuda en nuestra ayuda- el hombre se quedó de repente en silencio mirando fijo al artefacto que grababa su mensaje sin saber que decir, el rostro con expresión ausente debido a la confusión o tal vez el miedo. Luego volvió en sí y cerró la comunicación- Fin del mensaje, y que El Creador nos permita ver la Luz - la imagen se diluyó tras una breve descarga de estática.
- Mi padre tenía razón. Algo se estaba planeando - rezongó Alak llevándose ambas manos a la cabeza, echando hacia atrás la corta melena negra dividida en dos - La pregunta es que hacer ahora.
- Debemos poner proa a los gemelos sin pérdida de tiempo, es lo primero- terció Haffez.
- Sí. Debemos comunicar esto al capitán. Si las comunicaciones están siendo controladas, debemos suponer que esto es solo la antesala de un movimiento mucho más importante.
- Van a ir sobre Onseron. No cabe duda de ello- sentenció Apoth.
- O sea que estamos en medio del estallido tan temido.
- Eso parece.
- Tahr, reúnete sin pérdida de tiempo con Insis y Nkay. Hagan un recuento minucioso de lo que disponemos en cuanto a hombres y equipo. Necesito saber al detalle con qué contamos y con qué no, para decidir cual será la mejor manera de obrar al llegar a los gemelos.
- Voy en camino - salió de inmediato con la capa flotando tras sus pasos.
- Tenemos que hablar con el capitán. Debemos cambiar el curso hacia Tud-Dommne de inmediato. En el camino pensaremos qué curso de acción vamos a tomar.
Apoth asintió y siguió a su comandante al encuentro del capitán de la nave. La inactividad se había acabado.










Todo el material aquí volcado es de propiedad intelectual del autor, Marcelo Branda, y esta resguardado por el correspondiente registro en el Registro Nacional de la Propiedad Intelectual de la República Argentina.

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