viernes, 28 de noviembre de 2014

Hemos Leído... "El Ojo del Tigre" - Wilbur Smith (1975)





No es éste el ejemplar, pero así era el libro que compré en un kiosco de diario en la esquina de Mitre y San Lorenzo, en San Martín, una tarde lluviosa de mayo de 1977.
Algo me llamó la atención y leí la contratapa. Dí una hojeada al interior y descubrí que parte de la trama (aún no sabía a ciencia cierta de que trataba) citaba una exploración de buceo en un arrecife coralino.Suficiente; era todo lo que necesitaba saber para llevarlo. Pero el dinero no me alcanzaba; entonces el kiosquero que me conocía de vista me dijo "Llevalo y mañana me traés lo que falta".
Mi ejemplar actual


Así, gracias a ese gesto, entré al mundo mágico de un escritor sudafricano de nombre simple y común: Wilbur Smith y a partir de allí inicié con él un lazo que perdura hasta hoy luego de casi cuarenta años y más de diez libros después. Hoy tengo un ejemplar que compré hace tiempo, pero que no es el original. Aquel pasó por tantas manos que acabó destruido y luego perdido. Ese libro hizo que mis amigos de la adolescencia Martín y Carlos abrieran su curiosidad al autor. Martín conseguiría meses después "Cuando Comen Los Leones", Carlos empezaría por "El Ojo del Tigre" y se enamoraría definitivamente de sus historias con "Voraz Como El Mar" y todos los siguientes libros que desarrollarían la Saga de los Courtneys.
"El Ojo del Tigre" marcó una huella importante en mi imaginación de esos años. 


De Como Harry Fletcher Se Convirtió En Mi Mentor


El buceo era mi obsesión desde que tuve uso de razón. Una vuelta alguien apareció en mi casa con un juego de bolos que tenía doble uso: traía una serie de bolas plásticas para jugar bowling y unos aros para arrojar y ensartar en el cuello de los pinos de plástico.
Nunca los usé de esa forma. Lo único que usaba era uno de los aros que cubría justo el contorno de mi cara y atándole un elástico de costura lo convertí en una imaginaria luneta de buceo.
Así presentaba "D´artagnan" una versión en
formato de historieta al libro en 1977
Otra prueba de mi obsesión, y estoy hablando de cinco años máximo, era un oso no más grande que un sachet de leche que llevaba adosado a la espalda un tubo metálico de "Redoxón" simulando un tanque de oxígeno como el que Mike Nelson usaba en "Caza Submarina".
Con catorce años, justo al momento en que "El Ojo..." cayó en mis manos, yo luchaba por aprender a bucear en una Buenos Aires que lejos estaba de proveerme de lo que necesitaba. Entonces, el libro de Smith se convirtió en mi boleto a la liberación y la forma de "sumergirme" en un mundo un poco más acorde a lo que yo era en ese entonces...

Harry Fletcher vive en una de las 115 islas que forman el archipiélago de las Seychelles, éstas que se pusieron de moda hace poco en los medios argentinos. Ubicar el lugar me llevó un tiempo; no tiene referencias exactas, pero con las pistas que fuí desgranando con el correr de la historia puedo decir que la trama transcurre en algun lugar al norte del canal formado entre el continente africano a la altura de Mozambique y la Isla de Madagascar.
Allí Fletcher vive en una cabaña junto a la playa, solo, regentea un barco de su propiedad y se dedica, entre otras cosas, a su alquiler para excursiones de pesca. Recibe adinerados clientes de diferentes países, principalmente europeos, que desembolsan buenas sumas de dinero con tal de que el buen Harry les lleve al encuentro de un buen pez espada.
Cuenta con dos ayudantes fieles y particulares: el joven Angelo, un muchacho de ascendencia gitana aficionado a las jóvenes bellezas de la isla, soltero crónico y gustoso de meterse en alguna que otra pelea de viernes por la noche, y el bonachón de Chubby Andrews, hombre maduro de buena complexión y eterna cara apática que disfruta de una vida apacible repartida entre su matrimonio de toda la vida con la Sra. Andrews y el trabajo con Harry que lo rescató de una anónima y limitada vida como pescador de costa.
La edición de "Círculo de Lectores"
que se vendía en ésos días
Entre los tres llevan adelante el negocio que Fletcher estableció cinco años atrás y que para la primera mitad de los años setentas da buenos frutos; eventualmente, cuando la temporada va mal o algún imprevisto se presenta, la tripulación cambia las excursiones de pesca para hacer una visita al continente de la forma más discreta posible y "colaboran" en el traslado de mercadería poco convencional.
Gente, armas y colmillos de elefante cazados de manera ilegal son el objeto de transporte con el que Harry Fletcher compensa épocas de ingresos magros. Hasta ahí, el equilibrio es estable, la vida rutinaria y el futuro previsible. Hasta que un hecho altera esa rutina.

Fred Cocker administra un doble negocio en la Isla de St. Mary. Su local funciona alternativamente como agencia de viajes y turismo y como funeraria. Él es quien le consigue los clientes al capitán Fletcher. Mientras la tripulación festeja los dividendos dejados por el último viaje, el Sr. Cocker se presenta con una noticia buena y una mala, aunque a la larga no se sabrá cual es cual,
La mala, es que el siguiente cliente de pesca ha cancelado su visita y el final de temporada esta cerca. La falta de trabajo va a complicar el resto del año hasta que vuelvan los meses altos.
La buena, dada justo antes de que Fletcher se ponga violento, es que alguien aprovechó el hueco para solicitar sus servicios de manera inmediata.
Grupo de tres se presenta al día siguiente; Fletcher huele algo extraño. Uno es un tipo mayor con todas las características del gangster medio, un matón desagradable por donde se lo mire lo acompaña y el que cierra el grupo es un jovencito de no más de veinte años que no encaja ni por asomo en el irregular trío.
La excursión que planean no es de pesca. La tripulación de Fletcher no es necesaria. Los costos de contratación se triplican y el capitán y su barco se hacen a la mar con más dudas que certezas ¿Qué buscan los visitantes? ¿En qué amenazan la plácida vida del capitán instalado pocos años antes en la paradisíaca isla? ¿Qué pasado oculta Fletcher detrás de la apariencia gallarda del capitán maduro, aventurero y solitario?



Ingredientes Para Un Buen Conjunto


Siempre me llamó la atención, como en el caso de cientos de libros más, que "El Ojo..." no haya sido aún llevado al cine. Otros libros de Smith sí lo fueron, tal es el caso de "Oro" y "Tentar al Diablo" más "Justicia Salvaje" que se convirtió en un filme para televisión. Yendo más atrás en el tiempo, un clásico de los sesentas con Rod Taylor a la cabeza también lleva la firma de Smith. Se trata de "Los Mercenarios" o "Último Tren a Katanga" uno de los títulos usuales en Cine de Super Acción.
"El Ojo..." mezcla en medida justa los ingredientes que no pueden faltar en una buena trama de aventuras y suspenso: hay violencia, suspenso, traiciones, venganzas y vueltas de tuerca de principio a final. Deberá el lector llegar hasta la última página (literalmente) para cerrar la historia de manera definitiva.
Y aún así, quedan cosas que no se resolverán sino en la imaginación de quien lee. Y eso es muy bueno para quien busca disfrutar de un buen libro, sobre todo ahora que viene el verano y los momentos de relax son un poco más fáciles de hallar.

Smith sale un poco del molde con este libro, pero no pierde el pulso que lo caracteriza como escritor. La historia sigue desarrollándose en África o sus cercanías; el héroe, el cambio de escenario y la acción trepidante recuerda a "Rastro En El Cielo". La descripción de los lugares por los que el "Wave Dancer", el buque de Harry Fletcher, navega nos transporta a esos lugares de ensueños que se promocionan en los afiches turísticos y los momentos en los cuales los protagonistas bucean a consecuencia de lo que ocurre al principio del libro, son memorables, inolvidables.
No faltan los personajes malos, muy malos, la heroína, los sacrificios y las renuncias. Habría mucho más para hablar de la trama, pero decirlo sobre lo ya comentado atenta con revelar hechos que no pueden adelantarse.
Solo resta recomendar la lectura de "El Ojo Del Tigre" como una opción más que válida no solo para ésta época de vacaciones que inicia en breve, sino también para esos meses de invierno en los cuales verse inmersos en un mundo de palmeras, arenas blancas y mar de siete colores nos rescata y nos hace sentir confortables...

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