domingo, 9 de noviembre de 2014

En Memoria de Carlos Rodríguez Getino...

De casualidad, como suele suceder con estas cosas, el fin de semana daba vueltas por Internet y me topé con la página que agrupa a ex alumnos del Comercial de Villa Ballester.
Se me da por entrar a ver que conocido hay y para más comodidad solicito ser aceptado en el grupo. Me dan el ok y a partir de allí empiezo a ver gente, fotos y comentarios varios que giran alrededor de la vida del colegio y su actividad, reciente y lejana.
En un posteo que hace el administrador del grupo, Marcelo Daniel Stabile, de fecha 17 de julio de este año a las 16:42, me entero que los profesores Miguel Biscione y Carlos Rodriguez Getino habían fallecido recientemente... 
La noticia, como no puede ser de otra forma, es escueta y directa, y conlleva en ella toda la carga que se puede suponer trae un hecho así.
Dos profesores, personas de carne y hueso que formaron parte de la vida y el crecimiento de cientos de jóvenes, hoy adultos formados, ya no estaban más entre nosotros.
Y el fin de semana me cambió por completo. Se puso de cabeza. Mucha historia, mucha vida, muchas experiencias para recordar de la mano de un profe que marcó, tal vez sin que cada uno lo supiera, la vida de muchos. 
Y acá estoy, tecleando mi computadora para ver si puedo, a través de las palabras, exorcizar un poco de la tristeza que me queda luego del mal trago.
Pero como casi siempre, para entender mejor hay que contar una historia...


Un Profe al que apodamos "Papi"

1978. Luego de abandonar la secundaria en septiembre del ´76, volvía a arrancar desde primer año en marzo de ese año. Cambié el Industrial Alemania por el Comercial de Ballester, ambos en el mismo barrio, y al inicio de clases estaba en la lista de alumnos de primero octava (Forma de referirse al Primer Año de nivel y la Octava División) y pretendía recibirse cinco años después.
En ocasión de la visita que el grupo hizo a una familia dueña de una
estancia en las cercanías de Lago Blanco.
En cuclillas, abajo a la izquierda, con su clásico equipo deportivo
el Profe Rodríguez Getino
Ese año nos tocó hacer gimnasia dos veces por semana en el Club Sportivo Ballester, ubicado frente a la Plaza Roca y el docente a cargo era el profesor Mazzuchielli.
Me enteré hace unos años que él también había fallecido en trágicas circunstancias, no recuerdo si a raíz de una enfermedad o una profunda depresión que lo llevó a decidir él mismo cuando ponerle fin a la historia. Una lástima. Más tristeza.
El recuerdo de los que fuimos sus alumnos nos lo presenta como un tipo de buen humor y mirada cálida, calmo y paciente que sabía como llevar a los adolescentes logrando que en un buen clima de trabajo todos hicieran lo que él indicaba.
Jugábamos al básquet y el que se destacaba en ese grupo era Daniel Kasimirow, un chico menudo y rubio que jugaba como los dioses y que pertenecía, y aún lo hace, al plantel del club U.V.V.A de Villa Adelina.
Buen grupo, trabajador, buena onda y todos contentos.
Mi recuerdo y un respeto especial por el Profe Mazzuchielli desde aquí...

De visita a uno de los últimos caciques de pueblos originarios del sur.

En 1979, el lugar de gimnasia y el deporte cambiaron y nos movieron de Ballester a San Martín, más precisamente al Club Mitre de Migueletes. Al costado de las vías del Ferrocarríl Mitre se veía todo el terreno de un club enorme, de canchas de fútbol y hockey muy cuidadas y con un campo de golf que era un sueño de verde y calma.
Hasta allí dos veces por semana también, peregrinábamos desde el colegio llegando hasta la estación San Martín del Mitre o lo más cerca que se podía, para luego caminar las cuadras que faltaban hasta la entrada del club.
La primera vez nos encontramos con un hombre que no llegaba a los cuarenta, bajo pero proporcionado, de cuerpo educado en el ejercicio. Le faltaba un poco de pelo y tenía los ojos más claros que había visto jamás. Serio y circunspecto pero amable y respetuoso a la vez. Tenía un tono de voz profundo y hablaba pausado, remarcando ciertas palabras cuando le interesaban, sin hacer abuso del discurso para explicarse.
Nos trataba de usted y su forma dejaba en claro que prefería obviar bromas y comentarios desubicados.
Los que recién lo conocíamos acatamos callados la forma tácita de hacer las cosas tal como las proponía y empezamos la materia como si nada.

Promediando el año aprendimos a ver detrás de esa postura formal, casi marcial diría utilizando el buen sentido de la palabra, a un hombre generoso, exigente, comprometido.
Nunca iba a pedirte menos de lo que se esperaba de vos, consecuencia directa de su propio trabajo. Ponía la vara alta, te hacía ver de lo que eras capaz y después te llevaba con mano sabia a entender que no debías dar menos.
Así competimos en handball en un par de intercolegiales que ganamos en buena ley. Pero además de eso, aprendíamos sobre trabajo en equipo, solidaridad, integración y sentido de pertenencia; aprendimos a agruparnos y a sentirnos parte de una especie de hermandad.
Estábamos empezando a entender cómo se forma, cómo se fortalece y cómo funciona un verdadero grupo. Y éste se iba cerrando alrededor del Profesor Carlos Rodríguez Getino.

A finales de setiembre, cuando los festejos del 21 nos tenían a todos revolucionados, los preceptores pasaron por las aulas a dar una noticia fuera de lo común: se organizaba una masiva marcha de colegios secundarios de Capital y Gran Buenos Aires a escuelas de frontera y el Comercial tenía que elegir al grupo de alumnos que lo representaría.
Los seleccionados saldrían de las divisiones de cuarto y quinto año y se los elegiría por su rendimiento escolar, conducta y recomendación de los profesores. Todos los varones que quisieran podían anotarse y yo quedaba afuera porque, a pesar de tener quince años y deber estar en cuarto, pertenecía a segundo año, 2° 5° para ser exacto, y eso me dejaba afuera de la cuestión.
Pero no fue así. Me tomé el trabajo de hablar con todo el que correspondía, desde mi preceptora la Sra. Susana, un encanto de mujer a la que volvíamos loca, hasta el propio Rodríguez Getino para conseguir ser incluido en la lista de aspirantes... Ser elegido era una cuestión muy diferente.

Un gustazo que pude darme unos años antes del fallecimiento del Profesor.
Acompañándome en la presentación del libro hecha en el Comercial de Ballester

No solo lo logré estar en la lista de seleccionados. Además de eso, y con el expreso aval del profe Getino intercediendo a mi favor, terminé siendo parte del grupo que finalmente viajó a la frontera durante una semana a fines de noviembre de 1979.
Cada uno tenía una tarea dentro del grupo y formábamos comisiones para cumplirlas. A mí, que ya me pintaba el bicho del escritor, me señalaron para hacerme cargo de todo lo que tenía que ver con el registro narrativo del viaje: tenía encargado llevar una crónica de todos los preparativos y del viaje mismo para que ese hecho quedara registrado para siempre.
Ese encargo en particular y muchas otras cosas que derivaron de ese viaje, determinaron cuestiones importantes a lo largo de mi vida que se las debo con orgullo a Don Carlos Rodríguez Getino.



Y La Historia Se Convirtió En Libro.

Todo lo ocurrido en trono al grupo, desde su formación a principios de octubre hasta que bajamos del avión que nos llevó a Lago Blanco a fines de noviembre, quedó registrado en un cuaderno marca "Oro" de tapas rojas blandas que todavía conservo entre mis pertenencias más preciadas.
Un día mi mujer lo encontró en la biblioteca y lo sacó para ver que era; lo siguiente fue explicarle de qué se trataba y cuando tuvo todo el cuadro armado, acuñó una frase que siempre recordamos: "Tenes que hacer un libro de ésto" y así lo hice.
Y por primera vez desde que escribo, edite un libro de mi autoría. Y fue éste.
Parte del mismo se puede leer en este blog. Y para quien se anime, no tengo problemas en compartirlo una vez que termine de corregir y cerrar una revisión que estoy haciendo...

Foto tomada después de un partido de fútbol y antes de sentarnos a cenar con la gente del Hito 50.

El libro se consumó y ese diario escrito a mano, con la letra despareja de un chico de quince años, se convirtió en la columna vertebral de la historia. Pero había que llenar muchos huecos y eso me embarcó en un trabajo de investigación que me llevó de vuelta al colegio después de décadas y ahí se abrió la caja de pandora.
Revisar viejos registros, buscar listas recordando nombres, hablar con gente que todavía trabajaba desde aquellos años. Estamos hablando de 2008, habían pasado treinta años...
Y de repente, así como si nada, me dicen que a un par de cuadras de allí, en un predio que ahora el colegio tenía para que los alumnos hagan educación física en un lugar propio... ¡el profesor Rodríguez Getino seguía dando clases!

Me acerque, me presenté y nos fundimos en un largo abrazo con el mismo cariño y respeto que no se había alterado a través del tiempo. Con la misma formalidad que treinta años atrás, se dirigió emocionado a sus alumnos de ese momento, tal cual yo recordaba lo hacía con nosotros allá en el tiempo. Suspendiendo la clase, los reunió y me presentó y les contó quien era yo y qué habíamos hecho juntos muchos años atrás.

Portada del libro, cuyo origen fue el
famoso cuaderno "Oro" de tapas rojas...
Volvimos a vernos un par de veces, casualmente también daba clases en una escuela primaria a la vuelta de mi casa y aprovechamos para vernos varias veces y despuntar el vicio de la charla y el recuerdo. También entramos a fondo en el recuerdo del viaje y en todo lo relativo al proyecto que tenía entre manos.
Le conté con lujo de detalles lo del libro, lo del diario de viaje conservado durante tanto tiempo, recordamos una reunión que él hizo a fin de ese 1979 en la que era su casa, a un par de cuadras de Perdriel y Ruta 8, en San Martín, en la que participó su esposa que también era profesora, y de la cual se había separado según me contó hacía pocos años atrás.
Me mostró fotos del viaje que él también había conservado. Desde esos cartones de colores de 9 x 13 una imagen de nosotros, con treinta años menos, nos miraba con el asombro del tiempo congelado.
Poco tiempo después el libro se terminó y fue editado. El colegio me dio el espacio para presentarlo y hacer una mención en momentos del acto de egresados de ese fin de 2008.
Pasamos todo lo desapercibidos que pudimos... Nadie nos conocía, nadie sabía nada acerca de un viaje a la frontera, todos estaban en otra historia, en otro tiempo... Pero nosotros estábamos ahí, con "nuestro" libro, con mi mujer, con mi hija, con nuestros recuerdos, con una foto sacada en el mismo patio del colegio en el que aquel fin de año de 1979 se hizo un baile y todos los que conformamos el grupo participamos recordando el viaje...

¿Algún adolescente vivirá hoy una experiencia así y la recordará con tanta emoción dentro de treinta años...? No lo creo...

A punto de partir de regreso, esperando al Hércules C-130 TC-65 que nos traería de vuelta desde
Río Mayo hasta la Base Aérea de Morón

Para Terminar...

Estoy tratando de ubicar esas fotos tomadas en el colegio en diciembre de 2008. A la luz de lo que nos convoca aquí se han convertido en imprescindibles. Los hechos van cobrando una trascendencia enorme a partir del paso del tiempo... y de la muerte, que nos coloca en otro lugar, en otro plano.
El hombre de voz gruesa y ojos claros que marcó para bien la vida de tantos jóvenes hoy ya no está aquí presente; ya no puede enseñar a saltar, a ejecutar bien un penal de handball o a hacer la vertical correctamente.
A cambio de eso, y a partir del incansable e inmenso trabajo que hizo en la mente y el corazón de cada chico que pasó por sus clases, hoy no nos hace falta que esté físicamente con su estatura menuda y su gigante humanidad para seguir transmitiéndonos cosas.
Hoy vive en el recuerdo constante de cada uno de aquellos en los que dejó huella y recuerdo con algo de lo que enseñó, que dijo, que aconsejó...



La foto es ampliación de la tapa del diario abajo. El primer plano, en el ángulo inferior derecho se lo ve
al Profesor Getino detrás del primer gendarme entre los dos carteles identificatorios. El que
porta el estandarte de la Escuela es Raúl Ferraro, quien conserva este recuerdo.

Portada del "Diario Popular" del día siguiente a la partida del grupo hacia el sur.
(Propiedad de Raúl Ferraro)

Remera distintiva con la que se identificaba a los alumnos pertenecientes a la marcha.
Ésta en particular, es propiedad de Raúl Ferraro, quien la conserva intacta desde entonces.

Esto fue escrito desde el corazón. Sepan disculpar las fallas cometidas si no esta bien redactado o corregido, si tiene faltas o si los tiempos fueron confundidos.
Sepan leerlo con ojos de secundaria, como si estuviesen viendo la lección oral que la profe de Lengua y Literatura nos tomaba cada lunes en la primer hora, y regocíjense en la alegría de saber que no somos muchos los que podemos disfrutar a esta edad de un momento así.
Para eso hace falta haber vivido una vida de determinada manera, con determinados valores y determinados principios que debieron mantenerse vivos y vigentes para llegar a hoy así.
Y eso se hace con una educación y una línea que hoy está muy en desuso; que no paga, que no se cultiva como antes... Una lástima. Ojala volvamos a las fuentes.

Por último...tómense un minuto para ir al encuentro de alguien que quieren mucho, que recuerdan, o del que se distanciaron en algún momento.
Dedíquenle un encuentro, o una palabra, o un rezo a modo de recuerdo.
De eso va la vida. Solo de eso que es lo único que nos llevamos a la hora de lo importante.
Así tal vez no tengamos que entenderlo cuando leamos la nota de algún trasnochado que escribe algo cuando una noticia lo sacude, y se da cuenta de que la gente que vale la pena se nos va yendo irremediablemente... y nos vamos quedando solos.


Quien escribe y el Profesor Carlos Rodriguez Getino, con motivo de la presentación del libro
que se hizo en el mismo colegio, unos años antes de su partida.
El de lentes oscuros y campera azul es el Profe Rodriguez Getino. El que está sentado en el
camión, a la derecha, y con una mano en la pierna, un servidor, quien escribe y cuenta la historia.

Con todo mi respeto y mi mayor cariño y recuerdo, al Sr. Profesor Carlos Rodriguez Getino, que siempre va a ser parte de mi historia y mis recuerdos.
Trataré de hacer mención suya cada vez que tenga la oportunidad.
Vaya con Dios...





No hay comentarios:

Publicar un comentario