sábado, 20 de julio de 2013

Una Verdadera Historia de Amor...

Me voy a tomar la licencia de no inventar una historia hoy, ya que la que quiero contar es mejor que cualquiera armada.
Dice muy bien el dicho que "la realidad supera a cualquier ficción" y en este caso, no se ajusta mejor otra definición tan simple y tan categórica.
Y para contar esta historia debo revelar una parte de mi propia historia, de mi libro íntimo, aquel que ningún escritor debería permitir leer para que la magia no se rompa, pero, decidí que si la magia se rompe de aquí en adelante, el contar lo que voy a contar lo merece...


Mary y Toti, un gran amor y nada más.


Un viernes de julio helado, gélido (mucho más que el de ayer) cuando los sesentas terminaban nació mi hermano.
Cuenta la historia que mi padre salió de madrugada a llevar a mi madre a la partera y vio algo que le llamó la atención de un auto vecino, siempre estacionado frente a mi casa. El auto era rojo, pero ese día tenía techo, baúl y capot de color blanco inmaculado. El grueso de un dedo de hielo lo cubría todo. Ese fue el día en que nació mi hermano.
Mis padres tenían un matrimonio amigo con el que se conocían desde siempre. Mi madre y Mary compartieron sus años de infancia y adolescencia; después llegarían Toti, su esposo, y más tarde mi padre. Los cuatro formarían un cuadrilátero inseparable. Y como no podía ser de otra manera, al llegar mi hermano les cayó sobre las espaldas el título de padrinos.
Así, la vida de Mary y Toti quedó soldada a la nuestra para siempre. Aún hoy cuando ya mis padres no están hace mucho, Mary sigue ocupando el lugar de mamá postiza por derecho propio y bien ganado...
Pero la historia es de ellos no nuestra.
El punto al que voy con todo esto es que yo los vi desde que tengo memoria juntos y enamorados, cuando apenas tenía cinco años. Soy testigo de que más allá de cualquier detalle que hoy pudiese influenciar, dinero, posición, imagen, físico o pensamiento, ellos eran ajenos a todo eso.
Mary y Toti fueron eternos novios. Se amaban. Pero se amaban de verdad, que quede esto bien claro.
Y tal vez la expresión máxima de ese amor tomó forma física con el nacimiento de Anabel, hija única y adorada. El triángulo era perfecto. Pero de verdad perfecto.
Jamás una palabra, jamás una mirada, un gesto, una acción que pudiese ofender al otro o, Dios nos libre, faltarle el respeto. No. Eso no estaba entre ellos.
Vi eso en ellos desde hace cuarenta y cinco años atrás... Siempre.



La vida avanza. Y cambia y te cambia.


"El tiempo pasa. Nos vamos poniendo viejos..." Hasta ahí la canción es cierta. En lo que sigue no. No al menos en este caso.
Toti fue un morocho simpático, entrador, enfermo de San Lorenzo, que trabajó toda su vida y que después de jubilarse siguió trabajando; porque la gente de su generación no comprendía la vida sin trabajo. Y sin todo lo que el trabajo te da como valor agregado. Respeto, seguridad de vos mismo, orgullo...
Toti se paraba a lo largo del camino que la línea 25 recorría y vigilaba que todo estuviera en orden. Después de pasarse años en el Correo Argentino, cumpliendo con responsabilidad y orgullo el trabajo que le correspondía. Y en la calle, hiciera frío o calor, lloviera o el sol te rajara la cabeza, el Negro siempre estaba ahí, mate en mano, mirándote serio para después hacerte una joda y dejarte descolocado. Así era "el Negro" como cariñosamente se lo llamaba.
Pero como en toda historia, la perfección es relativa y siempre tiene que haber un conflicto que incomode al protagonista. Lo que llamamos "el camino del héroe", el sendero que nuestro personaje debe recorrer para aprender algo antes de llegar a su objetivo final.
¿Cuál habrá sido el objetivo del Negro? ¿Qué le habrán hecho aprender recorriendo este camino?
Me pregunto esto porque a un punto de su vida, primero la salud y luego la cabeza se le estropearon para siempre. Y en una rápida decadencia, el Negro pasó de las calles que recorrió desde chico a la frialdad de las salas de hospitales y clínicas que lo tuvieron de huésped en sus últimos años.
Pero el Negro no peregrinaba solo.
Con el alma hinchada de dolor, pero más de amor, Mary iba tras él desde donde fuera hasta donde fuera. No importaban horarios, distancias ni reglas. Los médicos y las enfermeras la adoptaban en su devoción y la dejaban trasgredir las reglas que ellos hacían rígidas. Pero con ella no.
¿Acaso el amor de Mary hacia el Negro había roto la coraza de los profesionales? Imposible, eso no pasa, salvo en las películas ¿no?
Y así la vida del Negro se fue apagando. La única vela encendida que estuvo siempre sobre su mesa de luz fue Mary.

El día que cumplieron aniversario de casados, no tengo presente el número ni importa, Mary le llevó una torta y lo festejaron a su manera, ante la mirada atónita de las enfermeras que escondían una lágrima y le decían "Mary, no te escucha... No está más acá" Y trataban de consolarla pensándola inconsolable.
¿Consolarla? ¿A quién?
Ellos necesitaban consuelo al no saber que era el amor, la fuerza que tiene y lo que logra.
Ellos, que no aprenden en los libros de medicina y enfermería que el amor es la fuerza más fuerte, omnipresente y antigua de este Universo que vemos, eran los que necesitaban ser consolados.
Porque ellos no creían. Ellos no creen en el amor como una forma de llegar a alguien que supuestamente perdió la conexión con la realidad, con nosotros...

Mary no dejó de decirle al Negro que lo amaba con todo su corazón ni un solo día de los muchos que duró la larga despedida.
El Negro estaba ahí quietito, inmóvil, sin una reacción ni una mueca y las palabras de su mujer amada se repetían como la letra de una programación positiva, como lo que escuchamos a veces cuando estamos bajoneados para que nos penetre el subconciente.
Eso hacía Mary. Le metía hasta el subconciente al Negro que su amor era incondicional, que no tenía tiempo y que no respetaba leyes, ni físicas ni químicas. Ella lo amaba y se iba a quedar siempre a su lado. Para siempre.
Y los médicos y enfermeras eran sus eternos testigos mudos y asombrados...

Un día, tal vez en la desesperación de saber que quedaba poco, Mary sacó lo último que le quedaba por compartir con su Negro querido y le dijo con el corazón en un puño... "Yo no se si vos me habrás amado a mí como yo te he amado y respetado a vos durante toda mi vida. Pero sabe que para mi vos fuiste mi único y grande amor y va a ser así siempre y por todos los pocos o muchos años que me queden por delante..." Ella cerca de su oído hablándole con voz dulce y él inmóvil, con los ojos semi cerrados, ausente como hacía tiempo...
Y entonces los médicos y enfermeras tuvieron que reescribir toda la teoría que los había formado durante años.
Porque el Negro abrió los ojos grandotes tanto como pudo y mirando fijo a Mary trató de responderle como pudo, aunque ese fuese el último acto de su vida.
Sus labios dibujaron en silencio la palabra "IGUAL"... Fue todo lo que le pudo decir poco tiempo antes de apagarse para siempre.


Mary cumple en un par de meses ochenta vitales y maravillosamente vividos años; no desde el lujo ni la opulencia. Tampoco desde la comodidad o la tranquilidad de una vida relajada ni de disfrute laxo, no.
Ochenta maravillosos años vividos desde la tranquilidad de conciencia de haber tenido a su lado el amor enorme e inconmensurable de un ser humano que, aún con el último hálito de vida y a pesar de que la ciencia insistía en llamarlo "plantita" le fue tan fiel y enamorado, como ella lo fue de él.

Mary me contó esto, tal cual, una de estas tardes que por cosas de la vida hablamos por teléfono; y mientras me lo contaba, yo ya sabía que no me lo iba a poder callar. Espero que no se enoje; pero creo que muchos de nosotros tenemos la obligación de conocer la historia de amor de Mary y el Negro para hacerle honor a la vida y al ser amado que tenemos al lado.
Al menos aquellos que tenemos la suerte de tener a alguien así al lado y comprender que vivió Mary durante los años, muchos por suerte, que compartió junto a su Negro...

Por un momento me permití escribir sin inventar ¿Acaso si hubiese sido inventado sería mejor?
No, de ninguna manera.
Esta historia tiene algo que la sostiene que nadie se atrevería a desafiar, ni aún imaginando...




2 comentarios:

  1. Gracias por compartir esta hermosa historia de amor. Se lo que es amar asi a alguien y gracias a Dios, aun lo tengo a mi lado .... Dios le dio una segunda oportunidad, espero sepa aprovecharla...

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    1. Ups! Que buen mensaje, seguro que el destinatario/a sabra comprender. Gracias por leerme Anónimo.

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