... A quien sostiene cada uno de mis sueños y temores;
por quien mi barba crecerá larga y blanca;
aquella por quien afilo mi espada cada día,
por quien lustro mi peto y decoro mi escudo;
aquella por quien cabalgo hasta las Yermas Tierras de la Desilusión
para volver desde allí con un Santo Grial lleno de nuevas esperanzas;
la que me recibe después de la batalla y cura todas mis heridas para velarme en sueño calmo
la que restaura mis fuerzas…
Su nombre está escrito en el revés de mis ojos.
Y si es cierto que éstos son reflejos del alma allí verá mi Dios, cuando lo encuentre, su imagen…
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