“Sucede siempre
que el hombre olvida poseer espíritu y, en consecuencia, toda la grandeza que
va conquistando se vuelve nula.
En
un tiempo creímos haber llegado alto, tan alto que olvidamos de dónde veníamos,
hacia dónde íbamos, a quién nos debíamos. Llegamos tan alto que tanto más duro
fue el golpe en la caída.
El
hombre no debe olvidar que viene del Creador y debe volver a Él. Ahora lo
hecho, hecho está. Solo nos queda esperar en calma y orar en silencio,
aguardando que El Nombrado del Basaaf venga y restablezca el orden alterado.”
“...Aquellos que
observan la Ley del Creador entrarán en decadencia cuando sus dominios sean
incontables. Los Que No Creen los someterán y reinarán por un ciclo completo,
persiguiéndolos y destruyendo sus Lugares Sagrados. La historia de Los Que
Siguen La Luz
será casi polvo y su fe será puesta a prueba.
Solo entonces
llegará El Que Fue Elegido, El Nombrado, El Hombre de Honor, porque así está
escrito en su Carta por el mismo Creador. Combatirá solo contra Los Que No
Creen, vendrá armado con instrumento desconocido por cualquiera y será
imbatible para aquellos que no sigan La
Ley y los que no estén del lado de la Luz.”
Libro del Curso Humano
Crónica de Los Tiempos Oscuros
Libro Sagrado del Basaaf.
Prólogo
En el principio, La Luz y La Oscuridad se
mantenían separadas. Ajenas la una de la otra.
La
Luz tenía forma de Imperio, un Imperio llamado Asphartax, cuyos súbditos
profesaban el culto a la Orden de La Luz, también conocida como Hermandad de La
Luz por la comunidad que conformaban aquellos monjes, aspirantes y sacerdotes
que la componían.
Antes de esa época reinó La Luz en manos de quienes
seguían La Ley
del Creador. La Hermandad
de La Luz , en la
forma de sus hombres, era la encargada de transmitir y conservar de generación
en generación las enseñanzas escritas en el Basaaf, Las Sagradas Escrituras que
contenían la Historia
del Curso Humano y que solo aquellos iniciados en el duro tránsito del camino
espiritual podían aspirar a conocer y mucho más adelante, a interpretar. Se
decía y se creía que el Basaaf contenía el detalle de todos los acontecimientos
por los que las Razas Vivas deberían pasar, desde su creación hasta su
desaparición.
Asphartax fue un Imperio en expansión desde
sus orígenes, cuando la Casa
Real de Asphar recuperó el trono que le había sido arrebatado
por ciclos en la persona de Lord Lydar
Syks, primer Rey reconocido por derecho propio, luego de las Justas Abiertas,
pruebas de iniciación a las que fueron convocados todos los varones mayores
pertenecientes a las distintas familias que componían la Casa Real. El Rey Syks,
caballero joven, de mente amplia y devoto seguidor de las enseñanzas del
Creador, ejerció su mandato basado en la convocatoria a todos los territorios, lejanos o cercanos a la galaxia que quisieran
quedar bajo su protectorado, siendo condición excluyente la tolerancia entre
las distintas formas de vida que se unificaban y la adhesión a la Ley del Creador como regente
común para todo aquel que pretendiera la protección del Reino.
Asphartax comenzó a anexar territorios en
forma inmediata y progresiva; su Casa Real despachó contingentes de tropas,
misiones diplomáticas y de gobierno hacia cada sistema que requería su anexión
para hacerse cargo de la administración pertinente. Los resultados comenzaron a
verse pronto y resultaron altamente beneficiosos para ambas partes.
A la edad de ciento cuatro ciclos
planetarios, tal era la forma de medición del tiempo entre los humanos de
aquella época, el Rey Syks, aún en su absoluto juicio y ejercicio del poder,
pudo ver con orgullo y gozo cómo por primera vez en largo tiempo la galaxia
vivía en paz y unida bajo su tutela. Y así llegó el tiempo en que el Rey delegó
el poder en el tercero de sus cinco hijos, con el acuerdo y la renuncia al
reclamo del trono de los dos mayores. Las reglas protocolares de la Casa Real no imponían el
traspaso de la corona al primogénito; se regían por un concurso de aptitud en
el cual se analizaba cuál de los herederos se hallaba más apto para el
ejercicio del poder al momento de la sucesión. En dicha evaluación el Rey
recibía el asesoramiento de los más ancianos sabios del Consejo Parlamentario,
de sus consejeros personales y de los tutores de los postulantes. Estos tutores
eran los que seguían de cerca el crecimiento y la evolución de los herederos
desde temprana edad en su desarrollo, observando y manteniendo informado al
soberano acerca de los progresos y contratiempos que cada uno mostraba; estos
juicios ayudarían al Rey a dictaminar quién podía ser más apto para hacerse
cargo de la difícil tarea de conducir los destinos del Reino, en caso de que
éste debiera ceder la corona.
Así, Breddar Syks, Hijo Tercero del Rey
Lydar, Heredero Legítimo de la
Casa Real de Asphar, inició su reinado en tiempos de plenitud
y crecimiento, de abundancia y sabiduría, bajo la bendición y la mirada
orgullosa de su anciano padre.
Seis ciclos más tarde el Reino de
Asphartax celebraba con serenidad y respeto los Ritos Sagrados de Transmutación
que llevaron el alma del viejo monarca Lydar de vuelta al Creador.
En la creencia de la Orden de La Luz , todas las almas eran
enviadas a este plano visible a cumplir una misión de evolución espiritual y
servicio encarnando en un cuerpo. Cuando el ciclo se cumplía, el alma
invariablemente volvía al Creador y dependía de su grado evolutivo que tuviera
o no que volver a encarnar en este plano o transmutar a otros estados más
elevados del ser, desconocidos para la mente y el corazón humanos.
En los Ritos se celebraba con gozo el
hecho de que quien se marchaba de este plano lo hacía bajo la consigna del
llamado del Creador. No había otra forma, nadie partía antes o después. Y la
partida significaba evolución, por lo tanto, no había lugar para la tristeza,
salvo por el hecho de no tener más presente en el plano físico al ser amado. La
misma fórmula se aplicaba a un Rey como al último de los súbditos; nadie era
más o menos a los ojos del Creador.
El ritual en sí mismo se iniciaba con la
reunión de los afectos cercanos a quien partía y se lo recordaba con alegría,
transmitiendo a los más pequeños su historia a través de los hechos relevantes
que se habían destacado en su paso por este plano, por los cuales el
protagonista iba a ser recordado. Así se mantenía la tradición de legar por
testimonio, oral en el caso de la plebe y escrito en la realeza, todos los
detalles de la historia de quienes los habían precedido en el interminable
camino de la vida.
Cumplida esta ceremonia, el capullo (tal
era el concepto que se tenía acerca del cuerpo material que contenía el
“verdadero ser”) se depositaba en una sala de oración, dentro de un contenedor
de líquidos purificadores que ayudaban al desprendimiento del alma de su
atadura física, mientras sus afectos cercanos disponían del tiempo necesario
para meditar a solas con él por última vez, antes de que se diera paso a la
última instancia del ritual. En ésta los Hermanos de Orden, Sacerdotes de la Hermandad , se encargaban
de iniciar los ritos de consagración y, luego, la consumación de la transmutación
definitiva, a través de la pira funeraria dentro del Templo Real que sumaría
las cenizas del Rey a las de sus antepasados.
El Parlamento ratificaba su
reconocimiento al nuevo Rey luego de finalizados los Ritos, en una ceremonia
pública con la participación del pueblo que saludaba a su nuevo Señor; después
de esto, los distintos sistemas que componían el Reino comenzaban a cumplir con
los protocolos de presentación ante el nuevo monarca. En esos críticos momentos de transición, La Oscuridad cobró vida
propia en la forma de una nefasta agrupación de seis sistemas apátridas que
rápidamente fue identificada como la
Alianza de los Seis.
Se apartaron de la Casa Real Asphar y al
poco tiempo comenzaron unas tibias disputas territoriales que terminaron en la
escisión de los Seis del Sistema Asphartax. Formaron una coalición de la que
pronto emergió el futuro líder detrás de quien se encolumnarían las, más tarde
denominadas, Legiones Negras. El General Roge Kensheere tomó el control del
gobierno central de la coalición, que duró menos de lo que el más pesimista
hubiera podido sospechar, y luego de agrupar sus ejércitos, su flota y sus
escuadrones de ataque, Kensheere no dudó en colocar tropas intervencionistas en
cada uno de los otros sistemas rebeldes y disolver los gobiernos locales,
convirtiendo a cada uno de ellos en simples territorios anexados al gobierno
central establecido en el Sistema Thiaris, “su” sistema, por lo tanto “su” gobierno. La
hegemonía y el equilibrio de etnias y razas de la galaxia se rompieron
rápido. Kensheere amalgamó sus fuerzas armadas bajo un solo apelativo,
un color y un símbolo. Las Legiones Negras comenzaron a marchar implacables
sobre distintos sectores de la galaxia conquistando y sometiendo, la fórmula
opuesta a la que la Casa
Real de Asphar había puesto en práctica desde tiempos
inmemoriales. Pronto se alejaron del eje central del sistema galáctico
desapareciendo de escena por largo tiempo.
Hasta entonces...
Todo el material aquí volcado es de propiedad intelectual del autor, Marcelo Branda, y esta resguardado por el correspondiente registro en el Registro Nacional de la Propiedad Intelectual de la República Argentina.
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