miércoles, 31 de julio de 2013

Hemos Visto... "Homeland"




Septiembre 29 de 2013.
Ese es el  punto de tiempo elegido para que la historia del Sgto. Nicholas Brody vuelva a la vida en las pantallas de la televisión americana. Esta por confirmarse cuando lo hará en las nuestras.
Falta menos de dos meses entonces para encontrarnos con la tercer temporada de "Homeland" y me pareció interesante hacer un "racconto" de lo visto hasta ahora en una serie que fue de lo mejor que la t.v. americana mostró después de "24" en lo que a thrillers políticos y acción respecta.

A decir verdad, debo reconocer que luego de seguir durante tres temporadas en línea y ver en DVD otras dos de "24", tenía un temor profundo de que lo que se viera a continuación fuera más de lo mismo.
Pero no fue así para la buena salud de productores, espectadores y, sobre todo, fanáticos y espectadores. Lograr hacer algo de buena factura técnica luego del punto alto que marcó "24" era un desafío, pero con "Homeland" se logró.
Y de manera muy inteligente.

Lo principal para ello fue tomar como piedra basal la creación de Gideon Raff, un director, guionista y escritor israelí, creador, director y guionista de la serie "Prisoners of War" un serial que en 2010, en Israel, arrasó en audiencia y se decidió adaptarla para ser colocada en la televisión norteamericana.


Como dato de color diremos que el presidente Barack Obama es un confeso fanático de la serie. De ahí para abajo ¿con qué otro fanático nos podemos sorprender?
Brody es encontrado después de ocho años.
Raff se une a un equipo formado por otros tres creadores quienes ya traían otros éxitos sobre sus espaldas.
Alex Gansa venía de ser productor ejecutivo justamente de "24", "Numbers" y "X-Files", con lo cual no hay que cuestionarle ni capacidad ni imaginación a la hora de identificar historias de buena calidad y éxito prometedor. Tal vez el mejor mérito que se le puede adjudicar es precisamente no cometer el error de trasladar a "Homeland" los rasgos de identidad de "24".
Howard Gordon, guionista y productor, participó también de "24" a lo largo de varias temporadas y del filme que se hizo como enlace entre dos de las últimas temporadas antes de cancelar la serie. Otros éxitos en los que participó fueron "The Inside", "Ángel", "Buffy La Cazavampíros", "X-Files" y "La Bella y La Bestia" entre otras. Iguales laureles que en el caso de Gansa.
Y el último integrante del equipo ganador fue Michael Cuesta, productor, guionista y director que supo estar detras de cámaras en éxitos como "Dexter", "True Blood" y "Six Feet Under".
Toda una galería de premios, galardones y buenos antecedentes. Ahora había que demostrar que no solo podían hacer algo bueno, sino espectacular al tener en combinación esa galería de talentos.


"¡Amor... Estoy en casa!"


La historia cuenta que durante una operación de rutina en las escarpadas tierras entre Irak y Afganistán, una unidad militar norteamericana se topa con una sorpresa inesperada: hallar a un militar propio, declarado durante ocho años como desaparecido en combate, en medio de una misión.
El título "Missing in Action" es la forma delicada de dar por muerto a aquellos que desaparecen durante el desarrollo de una acción militar y de los cuales no vuelve a saberse nada. No hay cuerpo, no hay rastros, por lo tanto después de un tiempo prudencial se considera poco probable que el susodicho sea encontrado. Borrón y cuenta nueva. Bandera doblada y un par de uniformados que te golpean la puerta de tu casa con cara compungida. Es lo último que un familiar quiere ver.
El Sargento Brody está preparado para volver a la vida diaria.
El tema es que el Sargento del Cuerpo de Marines Nicholas Brody, integrante de una pareja de francotiradores capturados durante una misión por miembros de Al Qaeda, vuelve a Washington vía Alemania entre bombos y platillos presentado como un héroe moderno de esos que no abundan y que tanta falta hacen en cualquier entramado político.
El problema es que, como en el caso del regreso de muertos vivos, la vida siguió mientras Brody gozaba de anonimato en su cautiverio. Y cuando vuelve a poner un pie en suelo patrio, ésta lo golpea como un camión lanzado por una carretera desierta.
Mientras la gente y sus colegas lo aclaman y lo recibe con los brazos abiertos, sus hijos se quedan boquiabiertos sin saber cómo reaccionar, su mujer está en medio de un hermoso romance (buen sexo incluído) con el compadre de Brody y su hogar funciona en automático sin su presencia ni necesidad de él.
Definitivamente no queda lugar para Brody en la foto.
Pero su vuelta obliga a reacomodar el escenario. Terrible tarea. Terribles consecuencias. Malos resultados.
Hasta ahí la vuelta a la vida familiar. Pero en otros ámbitos otras cuestiones pendientes también lo esperan.

¿Who´s That Girl...?


Carrie Mathison, Oficial y Analista de la CIA. La sombra de Brody.
Carrie Mathison es una joven pero muy experimentada analista de la CIA que puja por no quedar prisionera detras de un escritorio luego de un grueso error actuando como agente de campo, aquellos sobre los que recae la responsabilidad de la acción directa.
Una década atrás, en medio de la locura post 11/9, Carrie pierde a un informante en Irak quien le entrega un dato vital de cara al futuro: Al Qaeda enviará a los Estados Unidos a un agente que asestará otro golpe mortal, más crítico aún que el ataque a las torres. Y lo peor, el golpe no será dado de inmediato.
La idea es instalar un "durmiente", un emisario que se mantiene inactivo en lo profundo de la sociedad hasta recibir la orden de entrar en acción, mientras tanto es uno más de nosotros. Tu profesor, tu vecino, el que despacha combustible... Este agente "dormido" atacará en el futuro, se desconoce cuando, en el momento que se le indique.
Su informante es literalmente arrastrado a la profundidad de una cárcel y la agente no puede hacer nada para rescatarlo. Tampoco puede hacerse de más información, ni de una pista que indique hacia donde ir en aras de saber más. Nada. Radio apagada, entonces... ¿qué hacer?

Años más tarde, ya instalada en los Estados Unidos y trabajando estrictamente como analista en la sede de la CIA en Virginia, Carrie ve con sorpresa el retorno triunfal del sargento Brody y la visión del informante y el aviso de la amenaza se instala en su cabeza.
A partir de ahí la joven desestimará todas y cada una de las recomendaciones que le indican sus superiores de dejar de lado esa teoría y el militar pasará a convertirse en una obsesión para ella. Pero Brody es un héroe nacional y no debe ser mancillado. 
Lástima que Carrie no está nada convencida de eso.
Berenson, Mathison y Brody. Un triangulo inestable y crítico.
Saul Berenson es el funcionario de la CIA que secunda al principal responsable de las operaciones de campo. Lleva sobre sus espaldas una larga carrera y amplia experiencia como agente activo en sus años jovenes. Experto en la realidad de Oriente Medio, supo estar prisionero durante una buena temporada en el extranjero y tuvo a su cargo la captación y formación de Carrie Mathison en su ingreso a la Agencia. Berenson es su mentor, su padre adoptivo en cuestiones profesionales, por lo tanto es en él en quien busca avales para ser escuchada.
Las peripecias por las que pasa son innumerables, sobre todo tratando de mantener a resguardo un secreto que la dejaría fuera del juego definitivamente.
Imposible detallarlas aquí sin revelar información vital para seguir la trama. Por lo tanto lo que recomiendo, es dejar de leer y ponerse en campaña para conseguir los capítulos de las dos temporadas exhibidas y sentarse a verlas.
Aviso importante: hágalo un fin de semana, arrancando viernes a la noche ¿por qué? Porque una vez que se lance el primer capítulo va a querer ver el siguiente y el siguiente y el siguiente sin parar.

Como frutilla del postre puedo adelantar solo lo siguiente... Brody no aparecerá en el inicio de la tercer temporada. No será de la partida, al menos en los primeros episodios.
¿A qué se debe esto? Habrá que ver la serie hasta el último capítulo de la segunda temporada.
Créanme, vale la pena.







sábado, 20 de julio de 2013

Una Verdadera Historia de Amor...

Me voy a tomar la licencia de no inventar una historia hoy, ya que la que quiero contar es mejor que cualquiera armada.
Dice muy bien el dicho que "la realidad supera a cualquier ficción" y en este caso, no se ajusta mejor otra definición tan simple y tan categórica.
Y para contar esta historia debo revelar una parte de mi propia historia, de mi libro íntimo, aquel que ningún escritor debería permitir leer para que la magia no se rompa, pero, decidí que si la magia se rompe de aquí en adelante, el contar lo que voy a contar lo merece...


Mary y Toti, un gran amor y nada más.


Un viernes de julio helado, gélido (mucho más que el de ayer) cuando los sesentas terminaban nació mi hermano.
Cuenta la historia que mi padre salió de madrugada a llevar a mi madre a la partera y vio algo que le llamó la atención de un auto vecino, siempre estacionado frente a mi casa. El auto era rojo, pero ese día tenía techo, baúl y capot de color blanco inmaculado. El grueso de un dedo de hielo lo cubría todo. Ese fue el día en que nació mi hermano.
Mis padres tenían un matrimonio amigo con el que se conocían desde siempre. Mi madre y Mary compartieron sus años de infancia y adolescencia; después llegarían Toti, su esposo, y más tarde mi padre. Los cuatro formarían un cuadrilátero inseparable. Y como no podía ser de otra manera, al llegar mi hermano les cayó sobre las espaldas el título de padrinos.
Así, la vida de Mary y Toti quedó soldada a la nuestra para siempre. Aún hoy cuando ya mis padres no están hace mucho, Mary sigue ocupando el lugar de mamá postiza por derecho propio y bien ganado...
Pero la historia es de ellos no nuestra.
El punto al que voy con todo esto es que yo los vi desde que tengo memoria juntos y enamorados, cuando apenas tenía cinco años. Soy testigo de que más allá de cualquier detalle que hoy pudiese influenciar, dinero, posición, imagen, físico o pensamiento, ellos eran ajenos a todo eso.
Mary y Toti fueron eternos novios. Se amaban. Pero se amaban de verdad, que quede esto bien claro.
Y tal vez la expresión máxima de ese amor tomó forma física con el nacimiento de Anabel, hija única y adorada. El triángulo era perfecto. Pero de verdad perfecto.
Jamás una palabra, jamás una mirada, un gesto, una acción que pudiese ofender al otro o, Dios nos libre, faltarle el respeto. No. Eso no estaba entre ellos.
Vi eso en ellos desde hace cuarenta y cinco años atrás... Siempre.



La vida avanza. Y cambia y te cambia.


"El tiempo pasa. Nos vamos poniendo viejos..." Hasta ahí la canción es cierta. En lo que sigue no. No al menos en este caso.
Toti fue un morocho simpático, entrador, enfermo de San Lorenzo, que trabajó toda su vida y que después de jubilarse siguió trabajando; porque la gente de su generación no comprendía la vida sin trabajo. Y sin todo lo que el trabajo te da como valor agregado. Respeto, seguridad de vos mismo, orgullo...
Toti se paraba a lo largo del camino que la línea 25 recorría y vigilaba que todo estuviera en orden. Después de pasarse años en el Correo Argentino, cumpliendo con responsabilidad y orgullo el trabajo que le correspondía. Y en la calle, hiciera frío o calor, lloviera o el sol te rajara la cabeza, el Negro siempre estaba ahí, mate en mano, mirándote serio para después hacerte una joda y dejarte descolocado. Así era "el Negro" como cariñosamente se lo llamaba.
Pero como en toda historia, la perfección es relativa y siempre tiene que haber un conflicto que incomode al protagonista. Lo que llamamos "el camino del héroe", el sendero que nuestro personaje debe recorrer para aprender algo antes de llegar a su objetivo final.
¿Cuál habrá sido el objetivo del Negro? ¿Qué le habrán hecho aprender recorriendo este camino?
Me pregunto esto porque a un punto de su vida, primero la salud y luego la cabeza se le estropearon para siempre. Y en una rápida decadencia, el Negro pasó de las calles que recorrió desde chico a la frialdad de las salas de hospitales y clínicas que lo tuvieron de huésped en sus últimos años.
Pero el Negro no peregrinaba solo.
Con el alma hinchada de dolor, pero más de amor, Mary iba tras él desde donde fuera hasta donde fuera. No importaban horarios, distancias ni reglas. Los médicos y las enfermeras la adoptaban en su devoción y la dejaban trasgredir las reglas que ellos hacían rígidas. Pero con ella no.
¿Acaso el amor de Mary hacia el Negro había roto la coraza de los profesionales? Imposible, eso no pasa, salvo en las películas ¿no?
Y así la vida del Negro se fue apagando. La única vela encendida que estuvo siempre sobre su mesa de luz fue Mary.

El día que cumplieron aniversario de casados, no tengo presente el número ni importa, Mary le llevó una torta y lo festejaron a su manera, ante la mirada atónita de las enfermeras que escondían una lágrima y le decían "Mary, no te escucha... No está más acá" Y trataban de consolarla pensándola inconsolable.
¿Consolarla? ¿A quién?
Ellos necesitaban consuelo al no saber que era el amor, la fuerza que tiene y lo que logra.
Ellos, que no aprenden en los libros de medicina y enfermería que el amor es la fuerza más fuerte, omnipresente y antigua de este Universo que vemos, eran los que necesitaban ser consolados.
Porque ellos no creían. Ellos no creen en el amor como una forma de llegar a alguien que supuestamente perdió la conexión con la realidad, con nosotros...

Mary no dejó de decirle al Negro que lo amaba con todo su corazón ni un solo día de los muchos que duró la larga despedida.
El Negro estaba ahí quietito, inmóvil, sin una reacción ni una mueca y las palabras de su mujer amada se repetían como la letra de una programación positiva, como lo que escuchamos a veces cuando estamos bajoneados para que nos penetre el subconciente.
Eso hacía Mary. Le metía hasta el subconciente al Negro que su amor era incondicional, que no tenía tiempo y que no respetaba leyes, ni físicas ni químicas. Ella lo amaba y se iba a quedar siempre a su lado. Para siempre.
Y los médicos y enfermeras eran sus eternos testigos mudos y asombrados...

Un día, tal vez en la desesperación de saber que quedaba poco, Mary sacó lo último que le quedaba por compartir con su Negro querido y le dijo con el corazón en un puño... "Yo no se si vos me habrás amado a mí como yo te he amado y respetado a vos durante toda mi vida. Pero sabe que para mi vos fuiste mi único y grande amor y va a ser así siempre y por todos los pocos o muchos años que me queden por delante..." Ella cerca de su oído hablándole con voz dulce y él inmóvil, con los ojos semi cerrados, ausente como hacía tiempo...
Y entonces los médicos y enfermeras tuvieron que reescribir toda la teoría que los había formado durante años.
Porque el Negro abrió los ojos grandotes tanto como pudo y mirando fijo a Mary trató de responderle como pudo, aunque ese fuese el último acto de su vida.
Sus labios dibujaron en silencio la palabra "IGUAL"... Fue todo lo que le pudo decir poco tiempo antes de apagarse para siempre.


Mary cumple en un par de meses ochenta vitales y maravillosamente vividos años; no desde el lujo ni la opulencia. Tampoco desde la comodidad o la tranquilidad de una vida relajada ni de disfrute laxo, no.
Ochenta maravillosos años vividos desde la tranquilidad de conciencia de haber tenido a su lado el amor enorme e inconmensurable de un ser humano que, aún con el último hálito de vida y a pesar de que la ciencia insistía en llamarlo "plantita" le fue tan fiel y enamorado, como ella lo fue de él.

Mary me contó esto, tal cual, una de estas tardes que por cosas de la vida hablamos por teléfono; y mientras me lo contaba, yo ya sabía que no me lo iba a poder callar. Espero que no se enoje; pero creo que muchos de nosotros tenemos la obligación de conocer la historia de amor de Mary y el Negro para hacerle honor a la vida y al ser amado que tenemos al lado.
Al menos aquellos que tenemos la suerte de tener a alguien así al lado y comprender que vivió Mary durante los años, muchos por suerte, que compartió junto a su Negro...

Por un momento me permití escribir sin inventar ¿Acaso si hubiese sido inventado sería mejor?
No, de ninguna manera.
Esta historia tiene algo que la sostiene que nadie se atrevería a desafiar, ni aún imaginando...